Hace unos días cerramos, junto a
Andrés Wiche y
Gabriel Bunster, una experiencia apenas nacida, en una Universidad importante donde fuimos invitados por el Decano de Educación, - de mente libre, abierta y visionaria- , a emprender un viaje de transformación del “ser del profesor”, con miras a ampliar conciencias y expandir las miradas.
Experiencia abortada, apenas iniciada…razones muchas, por lado y lado, que no permitió que el curso fluyera y fuera transformándose en algo constructivo y creativo, y que las autoridades (excluido quien nos invitó) tampoco permitieron que transcurriera el tiempo suficiente para que el proceso tomara su rumbo. Fuimos "exonerados" por no cumplir las "expectativas" de los alumnos, en este caso, profesores universitarios.
Asumiendo mi y nuestra importante responsabilidad por lo que nos correspondía: no logramos encantar ni seducir a la mayoría, para ir creando este viaje conjunto. Viaje que invitábamos a recorrer, con un objetivo más bien personal para cada uno, más que grandes objetivos académicos de esos que aparecen en los Programas, Planificaciones y Formularios (aunque sean para dejar tranquilas a las instituciones.)
El peor enemigo del aprendizaje: no darle autoridad a otro para que me muestre o enseñe, si no está dentro de los estándares que yo considero los “correctos” o de acuerdo a “mi nivel”. En ese momento se cierra la oportunidad.
Al despedirme les dije que junto con asumir mis errores y en eso para mi fue un gran aprendizaje, sigo sintiendo que el fenómeno del educar es una Danza y en esa danza se necesitan dos o más. It takes two for tango es un antiguo dicho que muestra que la vida la hacemos con el otro, en el vínculo, en la interacción, acoplándonos, a veces fácilmente, a veces con dificultad, pero juntos y abiertos a aprender, y sobretodo queriendo danzar, dispuestos ambos a colaborar. No es posible concebir la experiencia educativa sino como un sistema donde todos somos interdependientes. Más aun en
este caso, cuando estamos trabajando con adultos, supuestamente comprometidos en su desarrollo profesional y ojalá personal.
Invitamos
a soñar, a salir de nuestra zona cómoda pero parece que para algunos había que señalar claramente el cómo, por donde… una vez más esperando a que nos den el camino o seguir transcurriendo por el ya trazado y seguro al que estamos acostumbrados. Sabemos muchas cosas pero no nos atrevemos a explorarlas y exponernos a la incomodidad de lo desconocido. Invitábamos a abrirnos a re-mirar las cosas, a sorprendernos como lo haría un niño...
Parapetados en lo que No se daba empezó la resistencia de un grupo importante de alumnos/profesores, algunos con liderazgos fuertes o al menos el poder del cargo, boicoteando o resistiéndose en un oposicionismo activo o pasivo, a cualquier actividad, reflexión, tarea o aporte constructivo a la reflexión.
Invitamos a trabajar en Comunidades de aprendizaje y tampoco quisieron ver cómo, aludiendo a que trabajan en sedes diferentes y diferentes horarios, como si hoy el mundo de las comunicaciones no propusiera mil formas de relacionarse y trabajar en redes…
Parto de la base que cuando nos resistimos a algo es que tenemos mucho miedo. Por eso mismo intentamos comprender su miedo, pero no logramos crear la confianza para traspasarlos. Lástima.