Recuerdo hace un
tiempo haber escuchado ese mensaje de Dadi Janki, la maestra superior de
Brahma Kumaris, una organización espiritual con sede en India, quien sintetizaba su mensaje en estas dos palabras: Dieta y Ejercicio. Recuerdo que todos quedamos sorprendidos…ella hablando de
esos temas tan corpóreos, tan banales y tan poco sutiles?...y si, ese era lo
que atraía porque los ponía en otro contexto. Conceptos, preocupaciones tan
occidentales que llenan los mensajes de los medios, considerados desde otro lado.
Hoy he querido
traerlos también para reflexionar en estos momentos.
En primer lugar, hacer dieta y
protegernos de tanta banalidad, de tanto mal gusto y frivolidad del ambiente.
Nuestro país, y quizás también nuestra vida se ha llenado de estupidez, de
descuido, de preocupaciones sin sentido,
de pensamientos repetitivos, de opinar todos de lo mismo que escuchamos en la
televisión, de repetir tics sociales, de comprar y acumular lo que venga,
creyendo nos hace “mejores”. Estamos “obesos” de lo superfluo, de lo
“rapidito”, del último modelo de cualquier cosa, de destacar en lo público con lo que hacemos, lo que tenemos, lo
que logramos.
Al mismo tiempo estamos “obesos”
de aire, de twitts, de “me gusta”, de rapidez para reaccionar sin pensar, de
comunicaciones banales que no aportan, de
estar presentes sin estarlo de verdad, siendo que las redes podrían ser fuentes de verdadero intercambio, encuentro y enriquecimiento mutuo.
Todo eso es como una grasa enorme
que nos va tapando lo profundo de nuestro
Ser. Todo eso nos va haciendo olvidar quienes somos, qué sentido tiene
la vida, para qué estamos aquí.
Comemos y nos tragamos ese
alimento tóxico todos los días y como autómatas pasamos a repetir los esquemas
y nosotros ser también parte de esa masa adiposa y distorsionada que se nos
pega a las células y que también contribuimos a seguir alimentando.
Por otra parte, en un ámbito más
interno y personal, también estamos sobrecargados de pensamientos negativos sobre nosotros
mismos o sobre los otros; hablamos más de lo necesario, nos criticamos, nos
comparamos y competimos, y nuestra mente empieza a responder automáticamente
desde ahí, desde el Yo/Ego que lucha por preservarse a toda costa, por ser
reconocido y valorado desde fuera. Pero también gastamos mucha energía en
pensamientos inútiles, contaminados y pegados al pasado, a lo que hice, tuve o
podría haber hecho, pensamientos que nos dejan en un estado de ánimo bajo, de
falta de poder y autoconfianza. Observemos cuanta energía perdemos en esos
pensamientos y cómo ellos van minando nuestro cuerpo, nuestras emociones y estados
de ánimo.
Muchos dirán, “pero yo no estoy en esa, son los otros”… sin
embargo, ojo, estemos atentos porque no nos damos cuenta. Nos adormece y
anestesia y finalmente paraliza y empobrece la vida.
Y cómo hacemos para salir? Ahí
viene la importancia ahora de hacer EJERCICIO. Para mi, al menos, el gran Ejercicio es el Silencio.
El poder parar para escuchar y escucharnos, para observar. Y como cualquier ejercicio,
o deporte, eso requiere disciplina, cierto ritmo, cierta regularidad. “Qué lata”, diran algunos, “ no tengo tiempo para esas cosas”… Sin
embargo, atención: Leí por ahí que la palabra “disciplina” quiere decir “ser
discípulo de uno mismo” y me hizo todo el sentido…Gran significado y le quita a la
disciplina, esa connotación de tarea, de exigencia.
Primero entonces, necesitamos
ejercitar nuestra conexión interna, el detenernos y retirarnos de la vorágine para
silenciar el ruido externo y de a poco también el “chicharreo mental”. Luego
vendrá la autoobservación, el estar atentos a nosotros, a cómo estamos
funcionando, qué cosas nos están inquietando o haciendo doler; luego mirar el
mundo a nuestro alrededor, escucharlo, observarlo y ver qué tomo y qué dejo,
sin que él me tome a mi.
Recordemos que la meditación
puede ser muchas cosas a la vez. No sólo es dejar la mente en blanco, cosa que
sin duda es muy difícil y poco alcanzable por la mayoría. Esta puede ser concentración,
contemplación, simplemente hacer silencio, respirar, fijarnos en un
objeto/símbolo, repetir un mantra, visualizar
imágenes y/o también traer contenidos de situaciones concretas para mirarlas
desde otra perspectiva. Cada uno buscará lo que le hace y viene mejor.
De este modo, a través del
ejercicio de la meditación y el silencio podemos visualizar y “resetear” nuestros patrones
de pensamientos. En el silencio podemos experimentar profundos momentos de paz
y armonía. Podemos percibir quién somos realmente, nuestro verdadero Ser. (Reflexiones espirituales). Una mente
más silenciosa puede también abrirse a la experiencia de Dios o de conectar con
lo supremo, con la fuente primordial,
con lo divino interno (independiente si se cree o no en Dios). A través de esta
conexión sutil podemos restablecer el orden y el control en nuestro mundo
interior y nos hacemos más poderosos y más lúcidos frente a la toxicidad del
mundo.
Pero también es una forma de ejercicio el conectarse con lo bello, el buscar espacios de encuentro genuino, relaciones y conversaciones que enriquezcan, el sentir y vivir desde lo simple, lo natural.
Pero no se trata de retirarse a meditar, irse a la montaña y no volver. Se trata de entrar y salir; de subir y bajar (no se olviden que es ejercicio). Entrar para observar, escucharme, elevarme a espacios más sutiles y luego bajar, elegir, optar qué tomo y qué suelto y ahí salir al mundo renovado, más consciente. Ese es el mayor desafío.
Pero también es una forma de ejercicio el conectarse con lo bello, el buscar espacios de encuentro genuino, relaciones y conversaciones que enriquezcan, el sentir y vivir desde lo simple, lo natural.
Pero no se trata de retirarse a meditar, irse a la montaña y no volver. Se trata de entrar y salir; de subir y bajar (no se olviden que es ejercicio). Entrar para observar, escucharme, elevarme a espacios más sutiles y luego bajar, elegir, optar qué tomo y qué suelto y ahí salir al mundo renovado, más consciente. Ese es el mayor desafío.
Hablo de ejercicios que no desgastan y agotan como lo hacemos en el mundo, sino se trata de una práctica que re-energiza, que recarga las baterías del alma, porque concentramos nuestra energía , porque no la descuidamos en pensamientos, acciones o reacciones inútiles, la enfocamos y nos ayuda a tener claridad, a reconocernos en nuestros recursos y aprovecharlos en nuestra propia transformación.
La
vida desde el ruido, el desorden y el descuido, genera desperdicio, desaprovecho
mis recursos y mi creatividad…. Solo
puedo dar lo mejor de mí a los demás cuando estoy en contacto con lo mejor de
mí.
Así como cuando
nos damos cuenta de lo bien que nos hace “estar en forma” y más livianos al
hacer dieta y ejercicios físicos, cuando tomamos conciencia de la importancia que tiene recargar nuestra
batería interna para poder tomar control de nuestra vida, entonces nace en
nosotros la determinación de esforzarnos por nuestro bienestar y nutrición mental, emocional y espiritual.
Si estoy en
mi plena conciencia y conexión con mi ser profundo, aporto belleza y claridad en cada pensamiento y
acción. Y esto puede hacer la diferencia… para mi, para los otros, para el
mundo que me rodea.
Ensaya, vale la pena intentarlo...