lunes, 27 de febrero de 2012

DIETA Y EJERCICIOS... para el Ser

Te extraña el título? Te imaginas que escribiré sobre la última super fórmula para bajar de peso y estar en forma, pero no.... Hoy quiero hablar de otro tipo de dietas.


Recuerdo hace un tiempo haber escuchado ese mensaje de Dadi Janki, la maestra superior de Brahma Kumaris, una organización espiritual con sede en India, quien sintetizaba su mensaje en estas dos palabras: Dieta y Ejercicio. Recuerdo que todos quedamos sorprendidos…ella hablando de esos temas tan corpóreos, tan banales y tan poco sutiles?...y si, ese era lo que atraía porque los ponía en otro contexto. Conceptos, preocupaciones tan occidentales que llenan los mensajes de los medios, considerados  desde otro lado.

Hoy he querido traerlos también para reflexionar en estos momentos.

Los invito a hacer DIETA … en el sentido de reducir, limitar, y ojala eliminar aspectos, estímulos y hábitos de nuestro vivir  y fomentar otros.
En primer lugar, hacer dieta y protegernos de tanta banalidad, de tanto mal gusto y frivolidad del ambiente. Nuestro país, y quizás también nuestra vida se ha llenado de estupidez, de descuido, de preocupaciones  sin sentido, de pensamientos repetitivos, de opinar todos de lo mismo que escuchamos en la televisión, de repetir tics sociales, de comprar y acumular lo que venga, creyendo nos hace “mejores”. Estamos “obesos” de lo superfluo, de lo “rapidito”, del último modelo de cualquier cosa, de destacar en lo público con lo que hacemos, lo que tenemos, lo que logramos.
Al mismo tiempo estamos “obesos” de aire, de twitts, de “me gusta”, de rapidez para reaccionar sin pensar, de comunicaciones  banales que no aportan, de estar presentes sin estarlo de verdad, siendo que las redes podrían ser fuentes de verdadero intercambio, encuentro y enriquecimiento mutuo.
Todo eso es como una grasa enorme que nos va tapando lo profundo de nuestro  Ser. Todo eso nos va haciendo olvidar quienes somos, qué sentido tiene la vida, para qué estamos aquí.

Comemos y nos tragamos ese alimento tóxico todos los días y como autómatas pasamos a repetir los esquemas y nosotros ser también parte de esa masa adiposa y distorsionada que se nos pega a las células y que también contribuimos a seguir alimentando.

Por otra parte, en un ámbito más interno y personal, también estamos sobrecargados  de pensamientos negativos sobre nosotros mismos o sobre los otros; hablamos más de lo necesario, nos criticamos, nos comparamos y competimos, y nuestra mente empieza a responder automáticamente desde ahí, desde el Yo/Ego que lucha por preservarse a toda costa, por ser reconocido y valorado desde fuera. Pero también gastamos mucha energía en pensamientos inútiles, contaminados y pegados al pasado, a lo que hice, tuve o podría haber hecho, pensamientos que nos dejan en un estado de ánimo bajo, de falta de poder y autoconfianza. Observemos cuanta energía perdemos en esos pensamientos y cómo ellos van minando nuestro cuerpo, nuestras emociones y estados de ánimo.

Muchos dirán, “pero yo no estoy en esa, son los otros”… sin embargo, ojo, estemos atentos porque no nos damos cuenta. Nos adormece y anestesia y finalmente paraliza y empobrece la vida.

Y cómo hacemos para salir? Ahí viene la importancia ahora de hacer EJERCICIO.  Para mi, al menos, el gran Ejercicio es el  Silencio. El poder parar para escuchar y escucharnos, para observar. Y como cualquier ejercicio, o deporte, eso requiere disciplina, cierto ritmo, cierta regularidad. “Qué lata”, diran algunos, “ no tengo tiempo para esas cosas”… Sin embargo, atención: Leí por ahí que la palabra “disciplina” quiere decir “ser discípulo de uno mismo” y me hizo todo el sentido…Gran significado y le quita a la disciplina, esa connotación de tarea, de exigencia.

Primero entonces, necesitamos ejercitar  nuestra conexión interna,  el detenernos y retirarnos de la vorágine para silenciar el ruido externo y de a poco también el “chicharreo mental”. Luego vendrá la autoobservación, el estar atentos a nosotros, a cómo estamos funcionando, qué cosas nos están inquietando o haciendo doler; luego mirar el mundo a nuestro alrededor, escucharlo, observarlo y ver qué tomo y qué dejo, sin que él me tome a mi.

Recordemos que la meditación puede ser muchas cosas a la vez. No sólo es dejar la mente en blanco, cosa que sin duda es muy difícil y poco alcanzable por la mayoría. Esta puede ser concentración, contemplación, simplemente hacer silencio, respirar, fijarnos en un objeto/símbolo, repetir un mantra,  visualizar imágenes y/o también traer contenidos de situaciones concretas para mirarlas desde otra perspectiva. Cada uno buscará lo que le hace  y viene mejor.

De este modo, a través del ejercicio de la meditación y el silencio podemos visualizar y “resetear” nuestros patrones de pensamientos. En el silencio podemos experimentar profundos momentos de paz y armonía. Podemos percibir quién somos realmente, nuestro verdadero Ser. (Reflexiones espirituales). Una mente más silenciosa puede también abrirse a la experiencia de Dios o de conectar con lo supremo, con la fuente  primordial, con lo divino interno (independiente si se cree o no en Dios). A través de esta conexión sutil podemos restablecer el orden y el control en nuestro mundo interior y nos hacemos más poderosos y más lúcidos frente a la toxicidad del mundo.


Pero también es una forma de ejercicio el conectarse con lo bello, el buscar espacios de encuentro genuino, relaciones y conversaciones que enriquezcan, el sentir y vivir desde lo simple, lo natural.


Pero no se trata de retirarse a meditar, irse a la montaña y no volver. Se trata de entrar y salir; de subir y bajar (no se olviden que es ejercicio). Entrar para observar, escucharme, elevarme a espacios más sutiles y luego bajar, elegir, optar qué tomo y qué suelto y ahí salir al mundo renovado, más consciente. Ese es el mayor desafío.


Hablo de  ejercicios que no desgastan y agotan como lo hacemos en el mundo, sino se trata de una práctica que re-energiza, que recarga las baterías del alma, porque concentramos nuestra energía , porque no la descuidamos en pensamientos, acciones o reacciones inútiles, la enfocamos y nos ayuda a tener claridad, a reconocernos en nuestros recursos  y  aprovecharlos en nuestra propia transformación.

La vida desde el ruido, el desorden y el descuido, genera desperdicio, desaprovecho mis recursos y mi creatividad…. Solo puedo dar lo mejor de mí a los demás cuando estoy en contacto con lo mejor de mí.

Así como cuando nos damos cuenta de lo bien que nos hace “estar en forma” y más livianos al hacer dieta y ejercicios físicos, cuando tomamos conciencia  de la importancia que tiene recargar nuestra batería interna para poder tomar control de nuestra vida, entonces nace en nosotros la determinación de esforzarnos por nuestro bienestar y nutrición  mental, emocional y espiritual.

Si estoy en mi plena conciencia y conexión con mi ser profundo, aporto belleza y claridad en cada pensamiento y acción. Y esto puede hacer la diferencia… para mi, para los otros, para el mundo que me rodea.

Ensaya, vale la pena intentarlo...