Así se llamaba un libro que me regaló mi padre hace muchos años. Era la historia de una familia que se encontraba un domingo en la casa de campo familiar… Se me vino a la memoria a propósito de mi fin de semana recién pasado.
Partimos con mis amigos Ina, Malek y Gala, su hija mayor, a Seiches, donde vive el padre de éste, a pasar el fin de semana. Llegamos tarde pero él nos ha estado esperando. Ha preparado un postre sirio, su especialidad, especialmente para nosotros. Esta tibio y delicioso justo para luego ir a dormir.
Despierto mirando desde mi ventana un gran pino y un puentecito que lleva al fondo del jardín. Es una casa de campo, con aroma a tiempos antiguos, a juegos de infancia, a rincones secretos. La casa huele a vida, a historia intensa de esta familia con un padre, gran médico del pueblo y una madre refinada e intelectual; muchos abuelos viviendo juntos, hijos,trofeos y juguetes de antaño. Se está bien ahí.
Mientras padre e hijo salen juntos, recorremos un poco el pueblo y aprovechamos de buscar productos frescos para comer. Preparamos. Yaya, el padre ha vuelto a sacar sus exquisiteces. Esta vez son unas berenjenas deliciosas que él prepara en invierno y que compartimos en un almuerzo rico y cariñoso.
De ahí salimos a recorrer el Valle y el rio. Estamos primero en le Loire que es una afluente de la Loire, ahora he aprendido. Nuestro paseo es simplemente maravilloso... Recorremos pueblecitos encantadores de una piedra blanca que se ilumina con el sol; descubrimos de pronto castillos y abadías, con sus torres, puentes y ventanas que evocan cuentos infantiles e historias de caballeros y princesas, llenos de aventuras y misterio.
Todo esto aparece además magnificado por las flores. La primavera ha brotado en pleno y las paredes se cubren de rosas, peonías o lirios, enormes y de los colores más sutiles y diversos. Es bien impactante. Nunca había visto tanta abundancia y belleza de colores, de texturas, de formas, así, simplemente abiertas al mundo, brindándose a todo aquel que pasa… una maravilla!
También está el rio, con sus luces y sombras, sus embarcaciones típicas, sus árboles enormes bordeando sus orillas… Me doy cuenta que quizás, gracias a que estoy aprendiendo acuarela hoy puedo percibir mejor los tonos de las aguas, los arboles, el cielo y eso me pone contenta… aunque en este lugar de verdad cada rincón parece un cuadro impresionista que alguna vez uno ha visto en un museo.
Hay algo en los paisajes y la luz de estos lugares que envuelve y llama a la calma, a querer estar simplemente con el ritmo de la naturaleza y eso es tremendamente atractivo.
El paseo fue de verdad una fiesta! Fueron días bellos y gratos, por el cariño y el compartir con ellos su historia, sus sueños y también conocer al padre de una gran familia francesa/siria: cosa que también fue interesante. (El estaba preocupado y atento todo el día a la cadena de TV Aljazira del mundo árabe). Gratísimo también por haber podido conocer y reconocer el Valle de la Loire con sus rincones y paisajes.
Me preparo para volver pronto...es demasiado bonito todo!
Vive le Loire et la Loire! À bientôt!
Con Malek de paseo en su auto antiguo |
Hermosa mensajera de la vida !!!
ResponderEliminarEso eres recorriendo el mundo y contándonos de los sabores, sonidos, aromas y colores que al alma abierta al amor, ella le regala.
Gracias por tu caminar la madre tierra y recordarnos de que se trata esto de estar vivos.
Un gran abrazo y todo mi cariño,
Mónica López
Gracias amiga que puedas resonar conmigo en este caminar... tu tambien eres parte de esto. Te abrazo
ResponderEliminar